El otro día en el tram me pasó algo que me hizo pensar que en la vida, a veces, las cosas más simples nos hacen ver lo bonita que es, y las cosas que nos perdemos por tomarla con prisas y con muy poca calma. Mientras el tram avanzaba lentamente por las calles de la ciudad, algunas de las personas que estaban sentadas cerca de donde yo me aposenté hablaban de la delincuencia y los tiempos que corren. Casi por costumbre, saqué mi carpeta (que, como las anteriores, está casi para el arrastre, porque las usuro demasiado) y me puse a dibujar. A los pocos trazos, el chico que había sentado en frente de mi me dijo que si me gustaba dibujar, y que a él también le gustaba. Me preguntó si quería que me hiciera un dibujo, y le dije que sí. Me tuve que bajar antes de que lo acabara, pero el Batman que empezó a dibujar me dejó muy impresionado. Le dije que me gustaba mucho, y me lo quedé. El chico me dijo que quería dedicarse al mundo del cómic, y que le gustaba mucho dibujar. Lo que más me sorprendió fue la simplicidad de sus actos. Sin segundas intenciones, sin pensamientos ruidosos ... de un modo limpio y sencillo. Me gustaría volver a encontrar a Guglielmo (se llama así el chico), porque creo que en una sociedad llena de prisas y segundas intenciones puede ser muy relajante encontrarse en situaciones de calma y sin ningunas intenciones ocultas. Si me animo a lo mejor escaneo el dibujo. Me dejó muy impresionado lo que hizo el chico en unos 10 minutos.
Un saludo y espero poder escribir más seguido,
Tropi
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